viernes, 27 de abril de 2007

Johnny

- Es posible que la rata sea real y Ella sea un sueño. ¿Cómo podré saberlo?
- Lo que hay que hacer es gritar. A veces a mi también me pasa. Sueño que alguien me busca y quiere matarme, y que mi padre y mi madre huyen conmigo a Egipto. Oigo el ruido de los soldados persiguiéndonos... y entonces grito. Grito con fuerza. Y el grito me despierta. Entonces sé que ha sido un sueño. Así que lo que tienes que hacer es... gritar.
- Pero es que no puedo gritar... ¡ni siquiera puedo susurrar!
- Susurrar no te serviría de nada... Otra solución es decirte a ti mismo: espera un momento. Esto es una pesadilla y tengo que despertar para que termine. Haces un esfuerzo para abrir los ojos y el sueño se desvanece.
- No puedo abrirlos, porque no tengo ojos.
- Bueno... eso complica las cosas... En ese caso te conviene autodisciplinarte antes de dormir. Decirte a ti mismo: "me voy a dormir. Y no voy a tener pesadillas." Se puede hacer, ¿sabes? Con práctica. Te vas sintiendo adormecer...
- No me siento adormecer. No tengo nada para sentirme adormecer.
- ¿Nada? (...) Bien. Hay que enfocar el asunto de otra forma. Distinta. Empezaremos dando por hecho que TODO es un sueño, lo cual en el fondo es cierto: cuando estamos despiertos tenemos un tipo de sueños y dormidos tenemos otros. La diferencia está en que los del día los controlamos, y los de la noche nos dominan. No tienen control. Piénsalo bien: cuando soñaste lo de la rata... ¿controlaste el sueño, o te dominó el sueño a ti?
- El sueño a mí.
- Si, exacto. Si hubiera existido la rata, la habrías espantado ¿no?
- ¡Desde luego!
- El hecho de que no la espantaras demuestra que todo fue un sueño.
- ¡Sí, sí! ¡La ... ! ...... No me sirve... Aunque hubiera sido real no la podía espantar, porque no tengo brazos.
- No tienes brazos...
- No tengo nada.
- Esto es una pesadilla peor que tus sueños. Sería cruel fingir que alguien puede ayudarte. Tú lo que necesitas es un milagro.
- ¡No, un milagro no! ¡Dime que la rata era real y que lo que me pasa es un sueño!
- Me parece que sería mejor que te fueras. Tienes muy mala suerte y no tengo palabras.
- Sí, sí... pero antes dime una cosa: ¿tú y yo estamos aquí en realidad, o es también un sueño?
- Es un sueño.
- ¡¡¿Cómo lo sabes?!!
- Porque yo soy un sueño.
-¡No te creo!
- Nadie me cree... Por eso soy tan irreal como todos los demás sueños que no se han realizado.

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